Por Bárbara Juri
La Argentina parece ser una burbuja dentro de la crisis mundial. Para el INDEC, hay un millón y medio de pobres menos, algo que cuesta entender si lo comparamos con la realidad social con la que nos topamos a diario. Según los últimos informes, la pobreza y la indigencia no paran de bajar: en el primer semestre el índice bajó de 17,8% a 13,9%. Así, habría 5,5 millones de personas en esa situación: con hambre, con frío, sin estudios ni trabajo estable.
¿Cómo explican el descenso de las cifras? No por la implementación de una política social que atienda a los más necesitados, sino porque los precios de los alimentos básicos no aumentaron, el desempleo creció poco y los ingresos de los asalariados, jubilados y autónomos aumentaron significativamente.
Las mediciones privadas marcan lo contrario: que la indigencia y la pobreza no sólo vienen creciendo desde mediados de 2007 sino que además se ubican en la actualidad entre el 30 y 40% de la población: entre 12 millones y 16 millones de personas.
¿Hasta cuando seguirá el mundo de la fantasía del INDEC? ¿ Hasta cuándo seguirán creciendo la pobreza y con ella la falta de derechos para algunos?
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