LA PALABRA VIOLENTA
“Las palabras, como ángeles, tienen poder invisible entre nosotros. Son presencias personales llenas de mitología; con efectos vigilantes, blasfemos, creativos y destructivos”. (James Hillman).
La violencia no es sólo el abuso físico o psíquico ejercido sobre el otro, sino que es también no hacer o decir algo que le es necesario al otro. Como marca en su libro la Licenciada Silvia Fairman: “La violencia se ejerce por acción u omisión y su objeto es anular al otro en una situación de desequilibrio y poder”.
La violencia no es sólo el abuso físico o psíquico ejercido sobre el otro, sino que es también no hacer o decir algo que le es necesario al otro. Como marca en su libro la Licenciada Silvia Fairman: “La violencia se ejerce por acción u omisión y su objeto es anular al otro en una situación de desequilibrio y poder”.
A pesar de que al hablar de violencia familiar sea más común pensar en una mujer golpeada o sometida por su marido, hoy no sólo son ellas las que sufren de este abuso, sino que los hombres también son víctimas de la violencia. “No podemos decir que la violencia pertenece a un género. La violencia no es de la mujer o del hombre sino que surge de las relaciones”, asevera la Licenciada Alicia Engler.
Cuando el maltratado es el masculino, se habla mayormente de un maltrato psicológico más que físico: La psicoanalista Gabriela Nuñez, integrante de la Escuela Freudiana Argentina, asegura que la violencia más común de la mujer al hombre es por medio de la palabra, humillándolo verbalmente. “El argumento del maltrato psicológico de las mujeres hacia los hombres pasa por descalificarlos en su potencia física (sexual), económica, y en su función paternal y en relación a su trabajo; colocándolo en el lugar de el inútil e impotente”, agrega Nuñez.
La licenciada Engler, hace referencia a una violencia mucho más agresiva y denigratoria ejercida por la mujer y al igual que la psicoanalista asegura que lo que se ataca es la masculinidad del hombre y se hace abuso de esa supuesta debilidad física femenina: “Los hombres no se defienden ante las agresiones verbales porque si le levantan una mano las pueden lastimar o hacer que los denuncien”, explica Engler.
Pero: ¿Cómo es que alguien puede llegar a someterse de tal manera? Nuñez explica que se podría hablar de mujeres y hombres que “se exponen y se ofrecen al golpe moral, psicológico o físico”. “Hay un rasgo en quien es victima del maltrato de masoquismo moral: el maltratado lee el golpe al que es sometido como una muestra de amor del victimario hacia él”
Raúl Blisniuk es uno de los tantos hombres maltratados por sus mujeres y uno de los pocos hombres que se atrevió a denunciar: con golpes y rasguños en su rostro se dirigió a la comisaría y en el momento de declarar que la agresora había sido su mujer, el policía se burló, lo trató de “maricón” y no le tomó la denuncia.
A los 56 años, este hombre cuenta que su mujer lo agredía verbal y físicamente. Desde decirle que era un fracasado o un inútil, hasta pegarle delante de sus hijos fueron algunas de las tantas cosas que sufrió este hombre hasta que decidió empezar un tratamiento psicológico que lo ayudó a divorciarse y terminar con el sometimiento. Hoy, Blisniuk está agradecido de haber tenido paciencia y no haber agredido nunca a su mujer.
A los 56 años, este hombre cuenta que su mujer lo agredía verbal y físicamente. Desde decirle que era un fracasado o un inútil, hasta pegarle delante de sus hijos fueron algunas de las tantas cosas que sufrió este hombre hasta que decidió empezar un tratamiento psicológico que lo ayudó a divorciarse y terminar con el sometimiento. Hoy, Blisniuk está agradecido de haber tenido paciencia y no haber agredido nunca a su mujer.
Blisniuk pudo aguantar el maltrato, pero el odontólogo Ricardo Barreda no, y hoy cumple la condena de prisión perpetua (hoy cumple arresto domiciliario) por el asesinato a su mujer, sus dos hijas y suegra. El caso es más conocido como “Conchita” porque ese era el apodo con el que las mujeres de su familia se burlaban de él: “Lo volvería a hacer porque vivía en un infierno y me tenían loco" fue una de las primeras declaraciones de Barreda en el juicio oral y publico con mayor audiencia de la historia penal argentina.
LA VERGÜENZA DE DENUNCIAR
“Le pegue una bofetada de revés y la tire de la baqueta. Cayo con dureza al suelo y se puso a chillar(…)
-Ahora si hay alguien aquí,…al que no le guste lo que acabo de hacer…solo tiene que decirlo. No hubo respuesta. Supuse que les había gustado lo que acababa de hacer”. Charles Bukowski.
-Ahora si hay alguien aquí,…al que no le guste lo que acabo de hacer…solo tiene que decirlo. No hubo respuesta. Supuse que les había gustado lo que acababa de hacer”. Charles Bukowski.
La mayoría de los casos de hombres que son maltratados por parte de su mujer no llegan a denunciarse, sobre todo por la vergüenza que sienten las víctimas ante el hecho y el miedo a la burla social. “El varón no denuncia. Si vos vas a la comisaría a hacer una denuncia de que tu mujer te pegó, los policías se te mueren de risa en la cara, o no te la toman”, cuenta Alicia Engler, y puede confirmarse lo que dice al leer el caso contado anteriormente de Raúl Blisniuk, aunque no siempre es así.
“La situación del hombre golpeado es mucho más difícil que la de la mujer, en cuanto a la denuncia, porque son rechazados en los espacios donde podría hacerlo (en las comisarías) y también porque hay muchos menos programas de gobierno y políticas donde los hombres que sufren semejante situaciones puedan refugiarse”, asegura el psiquiatra Enrique Stola que atendió varios casos de hombres maltratados, y considera al análisis como uno de “esos pocos espacios donde el hombre puede confesar lo sufrido”.
Pero, también hay que tener en cuenta las condiciones en las que uno puede denunciar. “El paradigma de la violencia denunciable es la física y por lo tanto debe ejercerse más contra niños y mujeres, amén de que razones del orden del ideal machista impedirían o constituirían un gran obstáculo para que un varón lleve adelante denuncias sobre maltrato físico”, reflexiona el licenciado Sedler.
Históricamente, la mujer ha quedado subordinada al varón: “Si este ha sido históricamente y culturalmente el lugar de la mujer, el hombre que padece de situaciones de maltrato se siente avergonzado por quedar ubicado del lado de lo pasivo, de lo femenino”, explica la licenciada Nuñez al referirse a las pocas denuncias de hombres maltratados. Pero, aclara que aunque la falta de denuncia de violencia familiar sea más frecuente en los hombres que en las mujeres, ellas tampoco se autorizan a hacerlas por parte de vergüenza, por culpa y por creer que se trata de situaciones domésticas que deben resolverse dentro de la casa.
La sociedad machista parece ser el principal factor del silencio masculino dejándolo a este en su lugar de omnipotencia y a la vez de discriminación. “En la sociedad que vivimos, con la cosmovisión machista que tenemos, es visto como mucho más humillante un hombre golpeado. Además de humillado, es discriminado”, asegura Danial Blinder, integrante de Varones por la Igualdad de Género en la Argentina, y finaliza recordando una frase muy utilizada en la niñez de los varones: “No llores, no seas puto, los hombres no lloran”.
TENGA CARA DE MUJER O DE HOMBRE, LA VIOLENCIA FAMILIAR ESTÁ AUMENTANDO CADA VEZ MÁS EN NUESTRO PAÍS.
1 comentarios:
Muy buen articulo!! me parece muy acertado tu comentario, "sobre el machismo como principal factor del silencio masculino", te paso mi blog Terapia de Pareja por si puedes pasar a comentar, Saludos.
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